¡Habla barrio! vs. ¡Hola!, ¿cómo estás?, 'Ta que el choro me peló mi bobo vs. ¡Rayos! El ladrón me robó mi reloj, o Jameo y me quito a jatear para estar pilas para la chamba vs. Como y me voy a dormir para estar activo en el trabajo...En fin, quién no ha oído en alguna parte expresiones como las antes mencionadas, simplemente están en todas partes. Incluso nosotros mismos llegamos a usar jerga en muchos casos, pero la intermitencia es aceptable; el abuso es condenable.
Suele resultar ameno e incluso divertido escuchar a personas que usan el habla "coloquial" en su uso diario, entiéndase por este al lenguaje utilizado entre conocidos o familiares; aquel lleno de diminutivos, comparaciones, frases o jergas comunes. Inclusive, yo mismo lo empleo día día con mis amigos, ya que hace uso de palabras típicas para todos, además de brindarle el toque jocoso a la comunicación.
Pero enfoquémonos en el tema. Desde siempre, el habla culta ha sido el modelo o guía de todo idioma, en este caso de nuestro español querido. Asimismo, es el que se usa para instruir a alumnos de colegios o universidades y es en el que se basa la RAE (Real Academia de la Española). Se caracteriza por usar palabras propias de diccionario, aquellas poco usadas que al oírlas dan por sentado un alto manejo de vocabulario por parte de esa personas. En nuestro país, la lingüista más reconocida y laureada a nivel local y externo es la Dra. Martha Hildebrandt: lingüista, profesora, congresista y politóloga peruana; famosa por sus ensayos, correcciones, libros y su columna "El Habla Culta".
En la otra cara de la moneda tenemos al habla vulgar. Aquel lenguaje procaz, carente de palabras semánticamente correctas y plagado de jergas soeces. Este habla es característico de personas de escasos recursos económicos, aquellos que viven en pueblos jóvenes y que su acceso a una educación de calidad es precario. Además, es típico del hampa, maleantes, ladrones y pirañitas lo utilizan con frecuencia y con un dominio casi perfecto. Inclusive, ellos mismos manejan una serie de "códigos" que sólo pueden ser descifrados por los mismos. "Causa", "faite", "chaveta", "chaira", "jerma", "fierro" y "choro" figuran entre sus palabras top de preferencia.
No se puede decir que es reprochable el uso y existencia de esta pobre variante del español ya que es la misma que "habita" con ellos en su zona o barrio. Lo condenable es que lleguen a querer imponer esa incómoda manera de hablar con gente que no está acostumbrada. Es realmente un fastidio tener que oír esas palabras en calles, combis y hasta en personas con las que compartes carpeta. Pero no es sólo el lenguaje que utilizan, sino el tono y la voz que emplean...es difícil de explicarlo, pero enfoquen sus mentes en un clásico cobrador de combi, ese ser desarreglado, sucio, tosco y con ese modo de hablar. Sin lugar a dudas, el ejemplo ideal.
Hoy en día, basándonos en cifras, el duelo entre habla culta y vulgar lo viene ganando ampliamente el segundo y por amplio marcador. No sólo porque existe una mayor cantidad de personas en estratos C-D-E, sino también porque las personas de A-B encuentran ya en los culturismos una manera perdida de hablar, por decirlo así. Optamos por hacer uso de un habla coloquial formal, ya que si uno hace uso de todo su profundo vocabulario con personas que no están acostumbradas a emplearlo, uno queda como "huachafo" o simplemente no te entienden. Es por eso que para evitar esos fastidios, muchas personas han y hemos optado por pasar a un habla más común para todos.
Sería triste en verdad que lo cautivante de nuestra lengua se pierda, aquella riqueza semántica que poseemos tanto en definiciones, sinónimos y antónimos, la misma riqueza que no ubica 1°s en variedad de palabras. No perdamos esa magia que el Idioma de Cervantes posee, sepamos bien ubicarnos en qué entorno nos encontramos en cada caso para así saber si empleamos un habla culta, coloquial o formal. Recuerden, lo trascendental es evitar a toda costa que los vulgarismos se extiendan y nos terminen por ahogar, defendamos el habla culta, la misma que te termina por abrir las puertas a muchos lugares.