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sábado, 30 de abril de 2011

La Boda Real

"La Boda del Siglo", "El Evento del Año", "La Boda de Cuento", etc. fueron algunos de los nombres que recibió el matrimonio entre el Príncipe William (Guilllermo) de Inglaterra y Kate Middleton, ciudadana y modelo británica, acontecida el viernes 29 de abril del 2011. Definitivamente, las etiquetas antes mencionadas para este evento sí son ciertas ya que desde semanas antes ya las redes sociales (Facebook & Twitter) estaban abarrotadas de comentarios, fotos y expectativas de la boda, sólo basta decir que el 9,4% de los tweets de ese mismo día tenían la palabra "boda" en su contenido.

Tema aparte merece la gran expectativa y morbo que la boda trajo consigo semanas antes. Las personas querían saber el detalle y pormenores de cómo sería el vestido de ella, la entrada, los invitados, la cena y, por supuesto, la ceremonia en sí. Sin embargo, la gran mayoría de estos puntos quedó en el absoluto misterio debido a la estricta reserva que la Casa Real pidió para esos temas. Por otro lado, Inglaterra, y en general todo el Reino Unido, se vio abarrotada del merchandising que este acontecimiento provocó; miles de recuerdos, como tacitas, pulseras, polos, fotos, muñecos, etc. colmaron los mercados y principales tiendas del país, trayendo consigo un éxito rotundo, ya que se estima que la recaudación total ascendería a los 92'000,000 mil millones de euros.

El día central había llegado, todos los invitados a asistir a la gran boda real comenzaron con su larga "ceremonia" de preparación. La novia durmió en el hotel Goring y William en su residencia, Isabel II y Felipe se alistaban en el palacio de Buckingham, y Carlos con Camilla hacían lo propio en su palacio. A partir de las 8:30am hora local comenzaron a ir arribando los invitados a la Abadía de Westminster, entre ellos figuraron: Chelsy Davy, amiga personal de él; Ian Thorpe, el nadador; David Beckham junto con Victoria Adams; Elton John y su esposo David Furnish; el ex primer ministro británico, John Major, y el actual, David Cameron; el alcalde de Londres, Boris Johnson; Guy Ritchie, ex marido de Madonna; Rowan Atkinson, el famoso Mr. Bean; la Reina y Príncipes de Asturias; miembros de las casas reales de Bahrein, Bélgica, Brunei, Bulgaria, Dinamarca, Grecia, Kuwait, Lesotho, Luxemburgo, Malasia, Mónaco, Marruecos, Holanda, Noruega, Omán, Qatar, Rumanía, Arabia Saudita, Swazilandia, Suecia, Tailandia, Tonga, Emiratos Árabes Unidos y Yugoslavia; presidentes de sus colonias actuales y de las ex-colonias inglesas a lo largo de la historia; y toda la familia real inglesa con los miembros de la alta nobleza.

Primero llegó William abordo de un Bentley y cuarenta minutos luego hizo lo propio Kate, movilizada en un Rolls-Royce. Justo para ese entonces el misterio se develó y la lluvia de comentarios de todo tipo llovieron con miras en el vestido cuello "v" de ella. Sencillo, pero elegante; corto, pero suficiente fueron algunos de los breves comentarios que se leían a través de Twitter. Sarah Burton fue la diseñadora, pero el vestido fue confeccionado en la casa Alexander McQueen. Con un velo que cubría su espectacular tiara, pendiente en juego con el anillo de compromiso, de propiedad original de Lady Di, así se presentó Kate, simplemente estuvo preciosa. Por su parte, William portó el uniforme rojo con dorado y pantalón negro, propio de los Guardias Irlandeses. Los atuendos de los invitados fueron de lujo: impecables ternos, fracs y smokings se dejaron visualizar; elegantes vestidos de todo tipo y toda casa de modas, la mayoría con colores pasteles o suaves, como lo decía el protocolo, aunque hubieron algunas excepciones a la regla. Oración aparte merece el desfile de sombreros y pamelas que se dio en la Abadía, no hubo dama que no llevara uno. Estos eran de innumerables estilos y gustos: los clásicos redondos, a media cabeza, alargados, con plumas, satinados, enormes o surrealistas emulando a Lady Gaga; para este tema el protocolo sólo acotaba que dichos accesorios no debían de interrumpir al vecino a la hora de la cena.

La entrada de ella con su padre y de él con su hermano, el Príncipe Harry, fueron los momentos previos a la ceremonia en sí. Una ceremonia que dicho sea de paso no trascendió de lo tradicional y clásico, por ratos monótona y por otros llamativa, en cuanto a ese aspecto, nada del otro mundo. William y Kate pronuncian el juramento nupcial y él le coloca el anillo de oro galés a ella, oficialmente son "marido y mujer". Proceden los padrinos y los novios a pasar a un salón privado a firmar los contratos y luego retornar para la bendición final y la salida de la Abadía. Lo hicieron montados sobre el carruaje propio para eventos magnos de la reina, que se remonta a 1902. Es un carruaje llamativo, jalado por 4 caballos blancos. Flashes, saludos, vítores y demás expresiones de júbilo se dejaron ver y oír de parte de los orgullosos residentes de Londres, y no era para menos, su Príncipe se casaba con quizás una de las plebeyas más lindas del país, Kate Middleton. Lo mismo hicieron la reina, los príncipes y demás familiares en sus propios vehículos y carrozas.

Una vez llegados todos a Buckingham, se dirigieron a cumplir al gran balcón, tal como lo indicaba el protocolo real de la ceremonia. Una vez allí, saludaron al pueblo y se dieron 2 besos cortos para el deleite, gozo, sufrimiento y alegría de los miles de millones de espectadores alrededor del mundo. Acto seguido, aviones de la RAF sobrevolaron el Palacio en señal de alegría y respeto hacia los novios reales. Después de ese momento, se dirigieron ellos junto a sus 650 invitados al gran almuerzo de honor, los invitados consumieron una variedad de canapés como huevos de codorniz y mini pudines Yorkshire. La familia real anunció con orgullo que los chefs usaron ingredientes de toda Gran Bretaña. Al término de ese almuerzo, las autoridades adultas procedieron a retirarse para dar paso a la velada que se aproximaba, ya con un público netamente juvenil.

No obstante, no todo será de cuento para la ex Kate, puesto que parte de las normas reales es que los príncipes serán llamados por sus nombres originales; es decir, Catherine (Catalina para nosotros) o formalmente como "Su Real Majestad Princesa de Guillermo de Gales". Increíblemente, no podrá volver a jugar jamás en su vida Monopolio, debido a que lo consideran un juego adictivo. Perderá su derecho a sufragar y de participar como autoridad pública, ya que la Realeza prefiere mantenerse al margen de los temas políticos. Tendrá que primero pasar por la autorización de la Reina Isabel II antes de firmar documentos y autógrafos, ya que un miembro de la Realeza no lo puede hacer. No podrá emitir comentarios escandalosos o polémicos, deberá callar. Nunca más volverá a probar mariscos porque los médicos de la Realeza los prohíben por un tema de riesgo a la intoxicación. No podrá trabajar, sólo apoyar en actos benéficos. El escrutinio del pueblo caerá sobre ella y no lo podrá negar. Y por último, pero no por ello menos sorprendente, no podrá terminar su cena, sí lectores queridos, si nuestra estimada Isabel II deja de comer, todo están en la entera obligación de también hacerlo, aun cuando no hayan terminado, en la mesa manda la Reina, así uno se muera, literalmente, de hambre.

Como hemos podido apreciar, no todo es color de rosa para ellos, en especial para Kate, quien estuvo acostumbrada a una vida normal, o plebeya si quieren decirlo así, y ahora deberá ajustarse a lo que dicta el Protocolo Real.

Dando un giro rotundo, nuestro honorable fotógrafo internacional, el peruano Mario Testino, será el único invitado netamente de habla hispana y de origen latino en la boda. Dicha distinción se debe a que es el fotógrafo personal de los Príncipes desde la época de Lady Di.

Esperemos que todo sea felicidad para los flamantes Duques de Cambridge, título principal que les otorgó Isabel II. Por su lado, William recibió también de parte de ella los títulos nobiliarios de Conde de Strathhearn y Barón de Carrickfergus, mismos a los que ella podrá ser llamada con el respectivo cambio de género en el grado (Condesa y Baronesa). Al menos, cuentan con el apoyo casi unánime del pueblo y la simpatía de todo el mundo. Estoy seguro y espero que usted también que sus "Altezas Reales" formarán un sólido y feliz matrimonio y que serán de aquí a unos largos años, los futuros herederos de la Corona Inglesa, por nuestra parte, solo nos queda seguir soñando en los cuentos de hadas hechos realidad y seguir con nuestras vidas plebeyas...

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